Argentina entre los países más infieles de Latinoamérica
- Santa Cruz Nuestro Lugar
- 10 abr
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Un estudio reciente de la app Gleeden, que se especializa en citas extramatrimoniales, reveló que Argentina está segunda en el ranking de infidelidad en la región. Solo Brasil nos gana en esta movida, mientras que Colombia y México vienen atrás.

Cada vez más gente se copa con plataformas que facilitan encuentros fuera de la pareja estable. El anonimato y la simpleza para enganchar con otras personas empujaron el crecimiento de este tipo de servicios en América Latina.
El informe también señala que la idea de la infidelidad cambia según el contexto social y las costumbres de cada país. En Argentina, parece que la monogamia viene perdiendo terreno, y cada vez más gente se anima a otro tipo de vínculos.
Mientras estas apps siguen sumando usuarios, el debate sobre la fidelidad y las nuevas maneras de relacionarse sigue dando que hablar.
¿Y en Santa Cruz?
Bueno, al día de hoy, no hay cifras concretas sobre cómo se da esta tendencia, pero si miramos la región, se pueden sacar algunas conclusiones. En estudios anteriores, General Roca (Río Negro) fue señalada como una de las ciudades más infieles del país. Esto da para pensar que quizá en Santa Cruz el panorama no debe ser muy distinto.
De todas formas, sin estadísticas específicas es difícil decir con certeza qué tan piratas somos en esta parte del mapa. Lo que sí está claro es que, con o sin números, el tema siempre da para una charla furtiva con nuestras esposas o amantes en La Tenderesse que ahora tiene unas promos de la hostia.
Pero más allá de todo esto, lo que este humilde redactor de "Santa Cruz nuestro lugar" quiere reflexionar con esta cuestión señalada por una app, es el impacto de la tecnología en las relaciones, ya sean éstas blanqueadas o en la clandestinidad piratesca.
Por esto te interpelo, queridísimo lector de esta columna, proponiéndote que pensés en cómo conociste a tu última pareja o en cómo se conocieron tus viejos ¿Fue en el laburo, o en un bar? ¿Dónde? A lo largo de la historia, los lugares donde nacen las relaciones cambiaron radicalmente, pero lo que muchos no consideran es cómo la tecnología fue moldeando estas interacciones, no solo facilitándolas, sino transformando nuestras propias capacidades y expectativas sobre el amor.
La relevancia de estos cambios radica en que la tecnología no es un ente neutral. Marshall McLuhan, un filósofo canadiense muy copado, acuñó la frase "el medio es el mensaje", sugiriendo que el impacto de un medio de comunicación no se limita a su contenido, sino que el canal mismo moldea la percepción y la interacción con el mundo. Antes, la conexión con la realidad era directa y material; hoy, las herramientas digitales amplifican la percepción, pero también la condicionan.
Un ejemplo claro es la tele: al mostrar la guerra en pantalla, lo que se debate es el contenido, no el medio en sí mismo. Lo mismo pasa con las redes sociales, donde la discusión gira en torno a la moralidad de sus contenidos sin considerar la influencia estructural que ejercen en la vida cotidiana. Estas plataformas pertenecen a corporaciones con intereses económicos, lo que significa que no solo median la información, sino que también transforman las capacidades de interacción.
El contacto digital cambió las habilidades necesarias para seducir o generar interés. Antes, conocer a alguien implicaba desenvolverse en entornos sociales físicos. Hoy, la infidelidad también se moldea por algoritmos que alteran incluso la estructura biológica del cerebro a través de la neuroplasticidad. En consecuencia, la mediación tecnológica redefine la experiencia amorosa y los mecanismos de atracción.
Lejos de ser un debate meramente teórico, este fenómeno invita a reflexionar sobre la influencia de la tecnología en las relaciones humanas ante lo cual la pregunta central es: ¿cómo seguirá evolucionando la manera en que nos vinculamos en un mundo cada vez más digitalizado?
Por @_fernandocabrera
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