Cayó Giorgio Benini: La ley le tocó la puerta y no era para negociar
- Santa Cruz Nuestro Lugar
- 29 mar
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Por el nombre y en apellido del individuo, cualquiera diría que se trata de un jefe de la mafia siciliana. Pero no. La verdad es que las cosas se pusieron feas para Giorgio Benini, un abogado que supo moverse en las sombras del poder, pero que esta vez apostó mal y perdió.

En un operativo ejecutado con precisión por la DDI de Río Gallegos, lo sacaron de su casa con las manos bien juntas y sin derecho a réplica. ¿El motivo? Falsificación de firmas, apropiación indebida de bienes y un par de terrenos que, por arte de magia, terminaron a su nombre.
El individuo, que en otros tiempos tuvo su sillón en la Subsecretaría de Asuntos Institucionales del Ministerio de Gobierno de Santa Cruz, parece que se pasó de listo. Cuatro domicilios fueron allanados en busca de pruebas: Don Bosco al 200, Jofré de Loaiza al 200 y dos en Leonardo Da Vinci al 2800. ¿El botín encontrado? Dos vehículos, documentos comprometedores, herramientas, elementos de construcción y hasta una notebook y un celular que seguro tienen más secretos que una confesión en la iglesia.
Benini, de 43 años, era un tipo conocido en la ciudad. Algunos lo respetaban, otros lo temían, pero todos sabían que si había algo turbio, él estaba cerca. Entre las víctimas de sus maniobras, figura un anciano que, sin saberlo, se quedó sin casa mientras Giorgio afinaba la pluma y hacía su magia en los papeles.
Cuando la policía llegó a tocar su puerta, el abogado se hizo el distraído. No abrió. No quería visitas. Pero los agentes no estaban para perder el tiempo: entraron de todos modos. Lo encontraron intentando hacer desaparecer papeles comprometedores y escondiendo cosas donde nadie busca… salvo cuando uno tiene experiencia en estas lides. En la notebook, el celular y hasta en la cámara séptica de la casa, encontraron lo que necesitaban.
Ahora, mientras la investigación sigue su curso, Giorgio Benini duerme en una celda de la Comisaría Segunda. Quizás pensó que era intocable. Quizás creyó que podía jugar con fuego sin quemarse. Pero la ley, tarde o temprano, siempre presenta la cuenta. Y esta vez, el menú no tiene opciones.
Por @_fernandocabrera
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