El viernes pasado, a mi paso acelerado por la Plaza San Martín de Río Gallegos, fui testigo de una escena que me conmovió profundamente y que encapsula la dicotomía histórica entre el amor y el capitalismo salvaje. Como periodista de "Santa Cruz Nuestro Lugar", sentí la responsabilidad de dar testimonio de ese momento que reveló tanto la dureza de nuestra realidad como la resiliencia del espíritu humano.
La tarde estaba fresca, el viento había calmado por un rato para que el cielo prometiera chubascos. Entre el bullicio de la plaza y el tránsito, mis ojos se detuvieron en dos jóvenes repartidores de Pedidos Ya. Vestidos con sus chaquetas rojas, sus cajas de entrega, y sus bicicletas a un lado, le robaron tiempo al trajín del delivery e hicieron un momento de pausa. Así vi cómo en un banquito de la plaza se acercaban el uno al otro, entre susurros, miradas y caricias cándidas que antelaban al beso.
La imagen de estos dos pibitos, encontrando un instante de amor en medio de su jornada laboral, me llenó de emoción. En sus muy jóvenes rostros se reflejaba una mezcla de cansancio y felicidad, una dualidad que muchos trabajadores precarizados conocen bien. No pude evitar sacar mi celular y tomar una foto (de muy baja calidad, por cierto). Sentí que era crucial capturar y documentar este acto de resistencia y humanidad.
El neoliberalismo en Argentina ha dejado una marca indeleble en nuestra sociedad. Desde la dictadura militar hasta las políticas de los años 90, hemos visto cómo la privatización y la desregulación han llevado a la precarización del trabajo. Los repartidores de plataformas como Pedidos Ya son un ejemplo contemporáneo de esta realidad. Trabajan en condiciones de alta inseguridad laboral, sin acceso a beneficios sociales ni estabilidad en sus empleos.
A pesar de estas adversidades, el amor encuentra su camino. La escena que presencié en la Plaza San Martín es el grito poderoso de que, incluso en los contextos más difíciles, la humanidad y la conexión persisten. Estos jóvenes, con su beso furtivo, me mostraron que el amor puede florecer en medio de la precariedad, desafiando las imposiciones de cualquier sistema económico feroz.
Por @_fernandocabrera
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