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El diagnóstico que pudo haber cambiado el curso de la humanidad

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 18 abr
  • 2 Min. de lectura

Hay decisiones que pueden alterar por completo la historia del mundo. En el año 1895, el reconocido neurólogo vienés Sigmund Freud recibió la consulta de un colega, el Dr. Bloch, sobre un caso que lo había dejado desconcertado.

Se trataba de un niño de apenas seis años que manifestaba una sintomatología profundamente inquietante: comportamientos extraños, fuera de lo esperable para su edad, y una seguidilla de pesadillas donde aparecían demonios, monstruos y figuras amenazantes. El niño, según los registros oficiales de la época, se llamaba Adolf Hitler.


Freud, tras escuchar la descripción clínica y considerar el entorno familiar, emitió una sugerencia tajante: que el niño fuese tratado mediante psicoterapia y, además, internado en un instituto de salud mental. El pronóstico no era alentador si no se intervenía a tiempo. Sin embargo, estas indicaciones nunca fueron puestas en práctica. ¿La razón? El padre del niño, autoritario y violento, temía que una internación revelara los abusos físicos, psicológicos y simbólicos que ejercía sistemáticamente sobre su hijo. Prefirió el silencio a la exposición, y esa decisión dejó al pequeño Adolf a merced de sus demonios internos.


Este caso, tan inquietante como emblemático, subraya dos aspectos fundamentales: por un lado, la importancia del diagnóstico temprano en psicopatología y su vínculo con el psicoanálisis como herramienta de intervención. Por otro, la imperiosa necesidad de que las familias colaboren y acaten las sugerencias de los profesionales cuando se trata de salud mental. En aquel niño no tratado, se gestaban los cimientos de una personalidad trastornada que más tarde impactaría al mundo entero.


Ahora bien, sepa el lector de "Santa Cruz nuestro lugar" que no hay ninguna prueba de que este episodio haya sucedido. Esta historia se le ocurrió a este humilde redactor, a la manera de una ficción especulativa, como la que se explora en obras teatrales como "Dr. Freud Will See You Now, Mrs. Hitler" de Laurence Marks y Maurice Gran.


Y, para ser más sinceros, la verdad histórica nos dice que el médico de la familia Hitler fue en efecto el Dr. Eduard Bloch, pero comenzó a atenderlos en Linz recién después de 1900, cuando Adolf tenía 13 años; y Freud, por su parte, estaba en otra. Tenía 44 pirulos, residía en Viena y acababa de publicar "La interpretación de los sueños".


Sin embargo, a lo que esta columna apunta es a que los lectores puedan conjeturar y, sobre todo, reflexionar el enorme peso de una decisión clínica en la historia de una vida... o de millones; y así dimensionar quién lleva hoy los rumbos de nuestro país. (¡Guiño, guiño!)

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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