La obra social santacruceña acompañó estos dos casos, que se suman a los 19 trasplantes que ya cubrió. Abriendo su corazón, relataron hechos que, para quienes gozan de la salud, pueden ser cotidianos, pero para pacientes que esperan un trasplante hacen una gran diferencia. Superando miedos, Ana y Denis contaron su historia.
“¡Todavía estoy emocionada, pensé que no iba a llegar y llegó!”, dijo Ana con voz temblorosa. El diagnóstico de queratocono le hizo perder gran parte de la visión en su ojo derecho, dificultando su día a día.
En mayo de 2023 se anotó en INCUCAI y en agosto, con el acompañamiento de la CSS, viajó a Altamira en Comodoro Rivadavia para realizar su trasplante de córnea. Este es el tipo de trasplante más común en la obra social, debido a que este tejido específico cuenta con un amplio porcentaje de compatibilidad y adecuación, a diferencia de muchos órganos.
Agradeció la humanidad transversal con la que la acompañaron en cada paso del proceso. “El equipo es increíble, me acompañaron en cada momento”, recordó y, entre lágrimas, explicando que todavía tiene puntos en el ojo, se quebró recordando sus ansias a la hora de quitarse las vendas: después de mucho tiempo pudo volver a ver sus manos. Recuperó más del 40% de su visión y le generó, en sus palabras, alegría, angustia, ganas de llorar y ansiedad. “No es fácil en lo emocional, abracé a la familia del donante en mi corazón y les dije gracias”, expresó.
Este diálogo se dio en el marco de un encuentro virtual sobre esta prestación específica. Participaron pacientes, personal de la obra social y profesionales de la oftalmología, entre los que se encontraba el Dr. Néstor Murray, médico prestador que fue referente del CUCAI Santa Cruz y que llamó a la reflexión respecto al tema donación de órganos y tejidos. Explicó que “hay cierto imaginario respecto al tráfico que instala dudas y miedos, por eso es importante hablar; en Argentina tenemos un sistema confiable, voluntario e importante”.
Denis también accedió a un trasplante, pero de riñón. Fue su tercer trasplante, ya que nació con el síndrome de Prune Belly, estómago de ciruela pasa en español, una deficiencia genética que afecta su musculatura abdominal y sistema urinario. Desde que tiene memoria, ha sido derivado a Buenos Aires.
Entre los 7 y los 9 años vivió en hospitales, yendo y viniendo de consulta a consulta, pero también disfrutó de conocer el zoológico, los grandes cines y faltar al colegio para dibujar y leer. Esa era la vida que podía llevar, con el apoyo de su familia, para transitar esta enfermedad poco frecuente. Mientras crecía, fue necesitando intervenciones que se adecuaran a su cuerpo y la Caja acompañó cada vez que hizo falta. Hoy escuchó sus críticas respecto a las mejoras necesarias en la administración de derivaciones y comunicación.
“Es normal tener miedo; en mi primer trasplante, mi papá me contó que estuve muerto por dos minutos”, relató. “Pero aquí estoy”, continuó entre risas y alentó: “¡Anímense, les va a cambiar la vida!”. Aclaró que “hay cosas que quedan”, como la medicación de por vida y los controles, pero dio un mensaje de esperanza para los 36 pacientes de la CSS que hoy se encuentran en lista de espera para un trasplante.
Comments