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¿Alguien vio a Jairo?

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 9 sept
  • 2 Min. de lectura

En la política santacruceña si no tenés cintura, los fuegos artificiales duran lo que un suspiro. Hace un año, Jairo Guzmán caminaba con aire de sheriff, protegido por el paraguas de Milei y con la chapa de funcionario que parecía blindarlo de cualquier tormenta. Hoy, sin ese blindaje, su figura se achica a la velocidad de un globo que pierde aire.

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Y aquí la pregunta es inevitable: ¿qué queda de Guzmán sin Milei? ¿Un dirigente con estructura propia o apenas un personaje prestado? Porque lo cierto es que su capital político siempre dependió más del arrastre del otrora León que de un trabajo de base real en Santa Cruz. Y cuando la ola nacional empieza a bajar, los que estaban montados en la espuma quedan varados en la orilla, mostrando lo que son en serio.


Encima, el recuerdo del escándalo del “10% en PAMI” sigue oliendo fuerte. Ese episodio, con denuncias judiciales incluidas, dejó la sensación de que la gestión se movía más en clave de rosca y apriete que en clave de servicio. Y cuando la gente percibe que atrás de las consignas libertarias hay más negocios que convicciones, el costo político es letal.


En un ecosistema -el buen lector de Santa Cruz nuestro lugar le dirá "estuario"- donde Claudio Vidal también pierde su cuota de poder territorial, Guzmán aparece sin brújula, sin base y sin el arrastre nacional que lo sostuvo. Si se midiera hoy en una elección, difícilmente superaría un dígito. O sea: se le cayó el decorado y quedó la madera pelada.


La política local es feroz con los improvisados. Santa Cruz no perdona a los que dependen de la moda del momento para legitimarse. Y la moda libertaria, que en su momento encandiló a muchos, empieza a mostrar las costuras. Guzmán, que compró personaje más que ideas, corre el riesgo de convertirse en un mal recuerdo de resaca.


Por eso la pregunta no es caprichosa: ¿alguien vio a Jairo? Porque en la calle ya casi ni se lo nombra, y en la política, el silencio es la antesala del olvido.

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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