Crueldad sin límites: hallan tres pumas asesinados y atados con alambre cerca de El Calafate
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 23 abr
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Una estremecedora escena fue registrada por un turista chileno durante su paso por la región de El Calafate, quien prefirió no precisar el sitio exacto. Las imágenes, compartidas posteriormente por la organización Pumas Chile, muestran a tres ejemplares de puma sin vida, tendidos sobre el suelo y sujetos con alambre, como si se tratara de una exhibición macabra.

El video difundido muestra incluso al visitante acariciando el cuerpo de uno de los animales, en un gesto de incredulidad ante la brutalidad del acto. La publicación repudia el hecho y lo califica como un “crimen ambiental”, denunciando que estas prácticas no responden a una defensa legítima, sino al desprecio por el equilibrio natural.
En Santa Cruz, no son pocos los productores ovinos que responsabilizan al puma de las bajas en su ganado. Sin embargo, detrás de esta enemistad con el depredador hay una contradicción de origen: la oveja no es una criatura nativa de estas tierras. Su presencia se debe más a una invención humana que a la evolución biológica. Se trata de un animal moldeado por la ciencia en pos de la producción de carne y lana, creado con fines económicos.
De hecho, el cordero ocupa un lugar privilegiado en la mesa de los santacruceños. Desde un cumpleaños hasta el Día del Trabajador, el asado de oveja es un ritual sagrado, una elección gastronómica principal en la cultura de la provincia.
Desde sectores ambientalistas se insiste en que el problema no radica en la existencia del puma, sino en la mirada simplista que lo convierte en chivo expiatorio. “El puma no es una amenaza: es parte fundamental del ecosistema. Su caza no es ni tradición ni necesidad: es una agresión al equilibrio natural”, señalan con firmeza.
Un dato a tener en cuenta es que, en Santa Cruz, la caza del puma está legalmente permitida. El propio Consejo Agrario Provincial, mediante resoluciones específicas, habilita su caza bajo ciertos criterios, lo que para muchos termina funcionando como una licencia para matar. Una institucionalización de la violencia contra una especie clave para la biodiversidad patagónica.
Una vez más, la fauna autóctona se ve arrinconada por intereses económicos que anteponen la ganancia a la vida silvestre. Y los rastros de esta violencia, muchas veces justificada por los mismos de siempre, quedan expuestos en imágenes que duelen y condenan por sí solas.
Por @_fernandocabrera




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