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“El Cala Gallardo” lucha por su verdadera identidad

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 26 jun
  • 2 Min. de lectura

Franco Ariel Gallardo tiene 37 años, es folklorista, vecino de toda la vida en El Calafate y, desde hace más de dos décadas, espera algo que debería ser básico: que la Justicia lo reconozca como hijo.

Para muchos, es “El Cala Gallardo”, un músico querido, referente del folklore santacruceño que ha paseado su voz por festivales, escenarios sureños y peñas. Pero detrás del artista hay una historia íntima, marcada por la espera, la frustración y la lucha por su identidad.


Todo comenzó cuando tenía apenas 13 años. Solo, se presentó tres veces ante la Defensoría de Pobres, Ausentes e Incapaces de El Calafate para pedir ayuda legal e iniciar el trámite de filiación. Se hicieron actas, sí, pero el reclamo quedó archivado como si no importara. Y ahí arrancó la espera.


Dos años después, su padre biológico, Roberto Paulo Diomeda, falleció. Y con él, la posibilidad de una prueba directa. Sin recursos para pagar un abogado, Franco no pudo avanzar durante años. Recién en 2012 logró reactivar la causa con representación legal en Río Gallegos.


La demanda fue dirigida a sus abuelos paternos. Su abuelo aceptó el vínculo sin dudar. Su abuela, en cambio, lo negó. Puso en duda la fidelidad de la madre de Franco y exigió una prueba de ADN con el único tío paterno.


Ese ADN arrojó un 89% de compatibilidad. Alto, pero según la defensa del tío, no alcanzaba. Entonces, en abril de 2024, el juzgado autorizó algo excepcional: la exhumación del cuerpo de Diomeda. En noviembre llegó el resultado: 99,9% de compatibilidad.


Todo estaba dicho. Pero no: estamos en junio de 2025 y la Justicia aún no se pronuncia. La resolución nunca llegó. “Desde los 13 años espero una respuesta. En este país, si no tenés dinero, la justicia no se mueve. Me siento vulnerado desde chico”, dice Franco, con dolor pero sin resignarse.


Mientras tanto, parte de los bienes familiares fueron vendidos. Franco siente que hubo especulación y maniobras para dejarlo afuera, aprovechando la lentitud del sistema judicial.


A su reclamo lo acompañan documentos, actas y una foto: él, de nene, abrazado a su papá. “Yo existo, y tengo derecho a mi identidad”, repite como quien ya no quiere callar más.


Desde Santa Cruz, nuestro lugar pedimos que este caso no se archive como tantos otros. Porque 24 años de espera no se explican. Porque la identidad es un derecho, no un privilegio.

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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