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El Gobierno cerró por el fin de semana Salud y, una vez más, demuestra su falta de diálogo con los laburantes

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 21 sept
  • 2 Min. de lectura

El viernes, en plena jornada laboral, un grupo de trabajadores autoconvocados entró al Ministerio de Salud de Santa Cruz con un reclamo que terminó en un fuerte encontronazo con las autoridades. Hubo gritos, forcejeos y hasta la ministra quedó varias horas encerrada en su despacho, según el relato oficial. La respuesta del Gobierno fue automática: cerrar el edificio todo el fin de semana y sacar un comunicado cargado de dramatismo, en el que se pintaron como víctimas de un “ataque violento”. Pero si uno lo mira en frío, la jugada expone otra cosa: un Gobierno que se atrinchera, se victimiza y evita el diálogo con la misma gente que debería estar escuchando.

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Porque vamos a decirlo sin vueltas: cerrar el Ministerio todo el finde es un papelón. ¿Qué mensaje le tiran a la gente? Que frente a un conflicto prefieren bajar la persiana y hacerse los ofendidos antes que atender de una vez los reclamos. Es como cuando alguien te clava el visto y después se hace el santo: “no, mirá, yo quiero diálogo”, pero en la práctica te dejan hablando solo.


Y encima le ponen un moño conspiranoico: que los autoconvocados tienen “intereses políticos”, que hay un medio cercano al intendente detrás de todo… Dale, ¿en serio? ¿Tan difícil es aceptar que los laburantes de Salud están repodridos de cobrar miseria y laburar sin condiciones? ¡Vamos loco!


Lo más irónico es que el comunicado se la pasa repitiendo que “esto no es protesta, esto no es democracia”. ¿Y qué carajo es democracia entonces? ¿Quedarse quieto mientras te ningunean? ¿Aplaudir al poder y callarse la boca? Esa bajada de línea es un chiste de mal gusto.


A todo esto, la jugada tiene consecuencias políticas directas para Vidal. En las elecciones de medio término que se vienen, el desgaste se siente fuerte: no son solo los trabajadores de Educación los que ya le tienen jurada la factura en las urnas, ahora se suman los de Salud, que vieron cómo el Gobierno los estigmatiza en vez de reconocer sus reclamos. La bola de bronca crece y tarde o temprano se transforma en castigo electoral.


En el fondo, el cierre del Ministerio no es prevención, es un apriete simbólico. Es decirle a todos los sectores que hoy están en pie de lucha: “ojo, si se pasan de la raya, les puede tocar lo mismo”. Una "medida institucional" que no resuelve ni un problema, pero que sí manda un mensaje reviolento.


Y la pregunta que queda flotando en el aire como olor a mierda es inevitable: ¿no será que el verdadero quilombo para la democracia no son los trabajadores autoconvocados, sino un Gobierno que prefiere llorar en un comunicado antes que bancarse el cara a cara con la gente?

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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