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Embarazo adolescente: LADO B

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 25 sept
  • 4 Min. de lectura

De por sí, el lado A de un embarazo adolescente no es de las noticias más esperadas. No quiero generalizar, pero son muchas menos las veces en que nos felicitan o muestran alegría al ser madres jóvenes.

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Muchas, muchísimas veces, las adolescentes embarazadas se ven juzgadas por el entorno, pares y adultos. Se relaciona este embarazo con “mucha joda”, “mucha calle” o “muchos amigos”.


Y la verdad es que un embarazo con lo único que se puede relacionar es con tener sexo. No es necesario tener múltiples parejas ni que pase muchas veces: una sola vez es suficiente, sobre todo en esa etapa de la vida donde la fertilidad no tiene problemas.


Que se produzca un embarazo en la adolescencia no tiene que ver con las horas que la piba pase fuera de su casa, ni con cuántas veces vaya a bailar, ni con la cantidad de amigos hombres que tenga. Esto sucede por la falta de información y de comunicación por parte de las personas que, en teoría, sí saben: los adultos a cargo. Y, claro, también por la intensidad con que se vive todo en la adolescencia.


Decirte repetidamente: “no te vayas a embarazar”, “no salgas”, “ojo con lo que hacés” no es educación sexual.


—¡Pero Popi, hacete cargo! ¿Me vas a decir que no sabías que si vos o él no usaban anticonceptivos te ibas a embarazar?


Sí, lo había escuchado —nunca de mis padres, ni de mi hermana mayor—, pero no creía que eso pudiera pasarme a mí. Cuando sos joven no tenés tantos miedos como cuando sos adulto, y la data no era mucho más que esa. Ah, me olvidaba, en el colegio, católico por cierto, como única información sobre el tema nos habían puesto dos películas: una sobre los cambios corporales que iniciaban en la adolescencia y otra sobre cómo morían las mujeres al abortar.


Entonces, ¿dónde consigo anticonceptivos? ¿Tengo que ir al médico? Si hablo de esto con mis papás, se van a enojar. Mis amigas tampoco saben mucho más que yo, además, a ellas no les había pasado nada. Él debería tener preservativos, pero ¿y si no tiene? ¿Me puedo quedar embarazada por tener sexo una sola vez? Escuchaba mil mitos y anécdotas, algunas muy extrañas, hasta poco creíbles, podría decir.


Muchas preguntas, mucha vergüenza y pocos adultos con quién hablar del tema. El uso de anticonceptivos era solo la punta del iceberg; debajo de eso había una infinidad de cosas desconocidas en relación a este tema.


Ahí estaba yo, con 17 años, embarazada. No recuerdo que alguien me haya felicitado. Todo lo contrario: todas las voces sonaban a pena y decepción, y sus caras lo reafirmaban. Lo que hacía muy poco alentadora la situación, sobre todo si el embarazo iba a seguir su curso durante los siguientes y eternos meses.


En ese momento, tu cabeza de adolescente empieza a pensar en cosas importantes, por ejemplo, en si es correcto continuar el embarazo, porque no era así como lo imaginabas. No hace mucho te imaginabas la familia perfecta y tradicional, siendo mamá de adulta, con una pareja, planificando tener hijos, proyectos, casa y hasta mascotas. Esa construcción se rompió en pedazos cuando te diste cuenta de que eras demasiado joven y de que la persona con quien ibas a tener una hija no tenía el mínimo interés en compartir eso con vos.


A corta edad cargás con la responsabilidad de tomar la decisión que probablemente sea la más importante de tu vida. También cargás con ser juzgada hasta por gente que no te conoce, con las miradas de pena y decepción, con la soledad —porque no toda familia es cercana, algunos amigos se empiezan a alejar y la otra parte se desentiende de su responsabilidad—. A eso hay que sumarle ver cómo tu cuerpo cambia y empezar a preocuparte por el bienestar de alguien que no sos vos.


Creo que si tuviera que vivirlo a esta edad estaría mucho menos fuerte que en ese momento. La inconsciencia fue una ventaja, porque saqué fuerzas de donde no había nada: solo éramos esa bebé y yo.


Esto me hace pensar en lo importante que es ser un adulto que inspire confianza, con quien poder comunicarse no solo antes, sino durante el proceso y después también. Porque sentir que los adultos de tu entorno te atacan y te juzgan angustia, y mucho. Creo que nadie debería transitar un embarazo en circunstancias hostiles, sin importar la edad. Sentirse contenida y acompañada es muy importante, sea cual sea la decisión que tomes, afrontándola con toda la madurez posible.


Seamos los adultos que nuestros hijos, sobrinos, amigos de nuestros hijos, alumnos, necesitan para poder prevenir y contener en estas situaciones. No, claramente no estoy para dar lecciones de vida a nadie, solo para compartir cómo se siente estar del otro lado, del lado B.


Para finalizar quiero agregar que esa Popi de 17 años quería que estuvieran contentos por ella, porque, si bien esa bebé no fue buscada, sí quería ser mamá. En estos más de 20 años, sin importar lo difícil que se pusiera todo, no hubo un día en que me arrepintiera de esa decisión.

Por Popi Mala Onda

 
 
 

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