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En cadena mundial: ¡Mondino le dio como caja a Milei!

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 8 ago
  • 4 Min. de lectura

Ayer, en un estudio helado y con luces blancas que parecían de hospital, la cadena internacional Al Jazeera tiró un bombazo. Mehdi Hasan, periodista picante como pocos, se sentó frente a Diana Mondino —la ex canciller de Milei— y la arrinconó sin piedad en una entrevista del ciclo Head to Head. Mondino, que venía calladita desde que la rajaron del gabinete en octubre del 2024 por votar a favor de Cuba en la ONU, reapareció tratando de bancar con cara de póker lo que ya no se sostiene ni con alambre: el cuentito libertario de que achicando el Estado mágicamente llega la prosperidad. Pero Hasan, filoso, irónico y recontra informado, no la dejó respirar ni medio minuto. Fue media hora de tensión pura, con una pregunta que quedó flotando en el aire como una amenaza: ¿quién está realmente manejando el timón en Argentina, y a qué costo?

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Ahora, si te clavaste toda la entrevista —¿la viste, che?— sabés que lo más picante no fue lo que le tiró Hasan, sino lo que largó la propia Mondino después, cuando se le soltó la cadena y tiró una bomba atómica. Fue su primera aparición pública desde que la echaron, y eligió el prime time de una cadena internacional para tirar una frase que, en cualquier país más o menos cuerdo, haría temblar los cimientos de la Rosada. Hablando del escándalo de la cripto $LIBRA —esa misma que Milei promocionó como si fuera el nuevo oro y que después se desplomó dejando a miles en bolas—, Mondino clavó los ojos en cámara y dijo: “O no es muy inteligente o es una especie de corrupto”. Así, sin anestesia. Como quien te dice que el Rey está en bolas y se va silbando bajito. No lo nombró, pero no hacía falta: todos entendimos. Y al dejar picando esa frase, dejó también la sospecha de que Milei podría haber estado al tanto de todo el chanchullo. ¿Fue un boludo útil o un vivo que se hizo el sota?


Mondino —que pasó de banquera de traje caro a canciller libertaria en tiempo récord— intentó mantenerse en eje mientras defendía los ajustes brutales disfrazados de "modernización del Estado". Pero Hasan la fue llevando al rincón como buen boxeador, con números que duelen: 200 % más de pibes en la pobreza, recortes salvajes en salud y educación, subsidios que desaparecieron y dejaron a la gente cagada de frío y hambre. Y ahí la tipa empezó a patinar. No desmintió las locuras de Milei —como la de vender órganos o bardear al Papa como si fuera un enemigo del pueblo—, pero las relativizó como pudo. “No es prioridad”, “hay libertad de expresión”, tiró. Frases vacías que no tapan el desastre real que vive la gente de a pie. Hasan, sin levantar la voz, le fue mostrando uno por uno los delirios del presidente como si le pusiera un espejo en la cara.


Después de esa bomba, el programa sumó otras voces que le echaron más nafta al fuego. Matías Vernengo, economista y ex funcionario del Banco Central, fue clarito: Milei es un experimento de shock neoliberal recalentado, con la motosierra en mano y el libreto del FMI bajo el brazo. Desde Londres, Martina Rodríguez —de Argentina Solidarity Campaign y la Asamblea Feminista de Latinoamericanas en el Reino Unido— pintó un panorama de terror: crisis humanitaria, pobreza, persecución a los que protestan y una sangría de gente que se va del país porque no le queda otra. Comedores colapsados, jubilados cagándose de hambre, maestras con sueldos de miseria, niñes sin un plato de comida. Del otro lado, también en Londres, un tal Maxwell Marlow del Adam Smith Institute aplaudía todo este quilombo como si fuera una gesta heroica. Fascinados con la destrucción de un Estado ajeno, desde la comodidad de una oficina calefaccionada. Una película que ellos miran de lejos mientras acá los platos vuelan y las heladeras hacen eco.


Lo que quedó clarito es que Milei ya no es solo el presidente: es un personaje de culto internacional. Una mezcla de meme, predicador apocalíptico y estrella del caos. Mientras acá la gente pierde el laburo, se caga de hambre o se la lleva puesta la represión, en las grandes ciudades del norte global lo analizan como si fuera parte de una muestra de arte contemporáneo o un experimento sociológico. Pero esto no es un juego. Acá se están muriendo de verdad. El mundo lo mira con una mezcla de morbo y espanto, como quien ve un tren descarrilando en cámara lenta y no puede dejar de mirar.


Mehdi Hasan cerró la nota con un mensaje que nos tiene que hacer ruido a todos: si un país como Argentina, con toda la historia que tiene encima, con su memoria colectiva, sus luchas, su gente movilizada, puede terminar en manos de un proyecto que se caga en el Estado, en la razón y en el sufrimiento del pueblo, ¿quién sigue? Porque esto no es solo una locura nuestra. Lo que pasa en el sur puede explotar en el norte. Y cuando el fuego llega, no distingue hemisferios.

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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