Enrique Febbraro, el loquito lindo que inventó el "Día del Amigo"
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 20 jul
- 2 Min. de lectura
¿Que el hombre llegó a la Luna en 1969? Bueno, ponele. Hay quienes creen que sí, otros que no, y un par que juran que todo fue otra producción cinematográfica de Kubrick. Pero en Argentina, lo cierto es que el 20 de julio no importa tanto por Neil Armstrong sino por Enrique Febbraro, ese psicólogo, odontólogo, profesor de filosofía y campeón del chamuyo que se sacó de la galera una de las fechas más queridas y aprovechadas del calendario nacional: el Día del Amigo.

Febbraro, un personaje más argentino que el dulce de leche, vio la transmisión del Apolo 11 y no pensó en ciencia, ni en la NASA, ni en Guerra Fría. No. El tipo pensó en la amistad. En que si el ser humano podía pisar la Luna, entonces también podía abrazarse con sus amigos, brindar con un vinito barato y decirse “te quiero, boludo”. Y ahí nomás, sin pedir permiso, mandó mil cartas a cien países proponiendo el 20 de julio como el Día del Amigo. Un quijote con estampilla.
¿Que todo fue una farsa yankee con banderita que flamea en el vacío? Puede ser. ¿Que nos vendieron humo espacial y nosotros compramos birra para festejarlo? También. Pero en el fondo, ¿acaso no es eso lo más argentino que hay? Celebrar aunque sea mentira, juntarse igual, abrazarse con excusas berretas, reventar el grupo de WhatsApp con memes y organizar una picada de alto level con mortadela incluída.
El Día del Amigo no lo inventó el marketing, lo inventó un argentino idealista, en plena disolución de los Beatles, el alunizaje y las dictaduras latinoamericanas. Un loco lindo que creyó que si podíamos mirar al cielo y sentir que era de todos, entonces podíamos hacer lo mismo con un brindis.
Hoy Febbraro está en el panteón de los visionarios sentimentales, al lado del que inventó el dulce de leche, el que dijo que el asado es patrimonio cultural y el que gritó “¡dale campeón!” antes de que termine el partido.
Así que, llegado el caso, si alguien te discute si el hombre llegó o no a la Luna, vos respondé con altura: "No sé, pero yo llegué a la casa de mi amigo con un fernet en la mano, y eso también es un pequeño paso para mí y un gran salto para la humanidad". Y brindá. Porque, como dijo el propio Facundo Cabral, o Atahualpa Yupanqui, o Milei sobre Conan: “el amigo es uno mismo con otro cuero”.
Y si eso no es para festejar, ¿entonces qué chucha lo es?
¡Feliz día a nuestros queridos amigardos lectores de "Santa Cruz nuestro lugar" que nos bancan a muerte!
Por @_fernandocabrera




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