Historias de la dictadura: El militar que defendió los Derechos Humanos
- Santa Cruz Nuestro Lugar
- 24 mar
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El 23 de marzo de 2006, en un acto en la Casa Rosada, el presidente Néstor Kirchner restituyó el grado militar a Juan Jaime Cesio, quien había sido degradado por alzar la voz contra la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

Además, envió al Senado el pliego para su ascenso a general de brigada, un reconocimiento que le fue negado en los años ‘70 cuando José López Rega frenó su carrera bajo la excusa de que era un "comunista". Esta decisión puso fin a una injusticia que había durado más de dos décadas y reivindicó la trayectoria de un hombre que jamás traicionó sus principios.
Cesio, nacido en Córdoba el 1 de julio de 1926, fue un ejemplo excepcional dentro de las Fuerzas Armadas. Mientras la cúpula militar se sumía en la barbarie, él defendía la democracia y los derechos humanos. En 1973, como secretario general del Ejército bajo el mando del teniente general Jorge Raúl Carcagno, se alineó con quienes denunciaban la Doctrina de la Seguridad Nacional, la estrategia represiva impuesta en América Latina con el apoyo de Estados Unidos.
Con la llegada de la dictadura en 1976, Cesio fue uno de los pocos militares que se atrevieron a desafiar el régimen. En un gesto que marcaría su destino, marchó junto a las Madres de Plaza de Mayo y denunció públicamente que el gobierno de facto estaba en manos de bandas de criminales. Sus palabras fueron contundentes: "Con el mendaz propósito de combatir la subversión, cometieron delitos aberrantes, como el secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas".
El costo de su valentía fue inmediato. Se le inició un sumario por "deshonor e indecoro militar", y aunque fue sobreseído en un primer juicio, las autoridades no aceptaron el fallo y lo sometieron a otro proceso, violando el principio de cosa juzgada. Finalmente, el 7 de noviembre de 1983, apenas un mes antes de que Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, el Superior Tribunal de Honor del Ejército le impuso la sanción más severa: "Descalificación por falta gravísima al honor, con la accesoria de privación de su grado, título y uniforme". La firma de Cristino Nicolaides en el decreto 3146 del 30 de noviembre de 1983 selló la infamia.
Al respecto, el historiador Osvaldo Bayer sintetizó con crudeza: "Matar, desaparecer, robar niños, torturar a mujeres embarazadas, tirar al mar a seres humanos vivos, no era delito. Denunciar esos hechos, sí". Por su parte, el director del Buenos Aires Herald, James Neilson, escribió el 15 de noviembre de 1983: "Se ha perdido la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, entre lo que es honorable y lo que no lo es, y se ha instituido un código de silencio que lo subordina todo al ocultamiento de la verdad".
Durante más de veinte años, Cesio luchó para que se hiciera justicia. Hipólito Solari Yrigoyen y Alfredo Bravo impulsaron proyectos legislativos para rehabilitarlo, pero el Congreso los ignoró. En un último intento, el propio Cesio envió una carta a Carlos Menem, que jamás obtuvo respuesta.
Sin embargo, su espíritu inquebrantable no se detuvo. Junto a José Luis D’Andrea Mohr, Horacio Ballester y Jorge Leal, fundó el Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), una organización que desafió la impunidad y defendió el respeto por las instituciones republicanas. Su visión era clara: "Los represores ganaron lo que llamaron guerra, pero perdieron la paz, porque se valieron del terrorismo de Estado".
En 2006, la decisión de Kirchner de devolverle su rango marcó un hito. No era sólo la reivindicación de un hombre, sino el reconocimiento de que dentro de las Fuerzas Armadas hubo quienes resistieron la oscuridad. Cesio no sólo defendió la Constitución: se mantuvo firme en su juramento de proteger a su pueblo. Fue un militar que entendió que la verdadera lealtad no es con los dictadores, sino con la patria y sus ciudadanos.
El 23 de diciembre de 2017, a los 91 años, Juan Jaime Cesio falleció en Buenos Aires. Su legado perdura como ejemplo de integridad y compromiso con los valores democráticos.
Por @fernandocabrera
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