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La tormenta perfecta de Claudio Vidal y la encrucijada del desencanto

Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro LugarSanta Cruz Nuestro Lugar

El ocaso político de un dirigente no se mide únicamente en encuestas o en la dialéctica de la oposición.

Se construye, en cambio, sobre el tejido de las expectativas traicionadas, de las promesas diluidas en la inercia administrativa y de la ruptura con los sectores que fueron, en su momento, el motor de su ascenso. En Santa Cruz, Claudio Vidal enfrenta una realidad que parece configurarse en su contra: la parálisis de la obra pública, el conflicto con el sector docente y el desmantelamiento de YPF en la región han minado su credibilidad.


La última señal de este desgaste se produjo en Buenos Aires. La reunión que tenía agendada con la secretaria general de la Presidencia fue cancelada horas antes, en lo que parece una decisión deliberada del círculo íntimo de Javier Milei. La principal operadora política del presidente no parece convencida del perfil de Vidal y, en cambio, prefiere fortalecer nuevas figuras de La Libertad Avanza en el interior. Así, el gobernador regresa una vez más a Santa Cruz sin respaldo concreto desde la Nación, una imagen que empieza a volverse recurrente.


Para su entorno, este encuentro representaba una oportunidad de consolidar una relación con el oficialismo nacional, especialmente luego de los gestos de Milei hacia Vidal tras su victoria sobre el kirchnerismo. Pero la coyuntura ha cambiado. Con las elecciones legislativas a ocho meses de distancia y un clima político en constante transformación, el alineamiento con la Casa Rosada, lejos de afianzarse, parece alejarse aún más.


Esta falta de respaldo nacional es particularmente crítica en un contexto donde la gestión provincial enfrenta dificultades crecientes. En Santa Cruz, la reactivación de proyectos estratégicos como la Ruta Nacional 40 o las represas del río Santa Cruz ha estado marcada por tiempos erráticos, anuncios grandilocuentes y escasas concreciones. Lo que en los discursos se presenta como progreso, en la realidad se traduce en años de postergaciones y promesas sin cumplir.


El tramo entre Lago Cardiel y Tres Lagos, paralizado durante años, es un símbolo de esta desidia estatal. Su eventual reanudación se anuncia como un logro, pero no oculta una década de abandono que ha afectado la conectividad de la provincia. Más grave aún es la situación de las represas Kirchner y Cepernic: su construcción quedó atrapada en un limbo financiero y político, con la empresa adjudicataria frenando las obras y un gobierno provincial que carece de herramientas para destrabar el conflicto.


En este escenario, la gestión de Vidal oscila entre la denuncia y la impotencia. Sus críticas a la UTE responsable de las represas o su promesa de finalizar la Ruta 40 intentan proyectar una imagen de firmeza, pero chocan con el escepticismo de una sociedad que ya ha escuchado demasiadas promesas incumplidas.


Si la obra pública ilustra las dificultades de Vidal en la administración del Estado, el conflicto con el sector docente ahora mismo deja en evidencia los límites de su construcción política. Proveniente del sindicalismo petrolero, el gobernador llegó al poder con un discurso de renovación y con la promesa de una gestión eficiente. Sin embargo, en el ámbito educativo su administración ha estado marcada por la confrontación y la falta de consenso.


Los docentes de Santa Cruz han protagonizado un extenso conflicto salarial, con paros recurrentes y un diálogo quebrado entre el gobierno y la Asociación Docentes de Santa Cruz (ADOSAC). Las propuestas salariales han sido consideradas insuficientes, mientras que las declaraciones de Vidal sobre los ingresos de los directores de escuela –posteriormente desmentidas por el gremio– no hicieron más que profundizar la crisis.


Bien sabe el lector de "Santa Cruz nuestro lugar" que la educación ha sido históricamente un terreno conflictivo en la provincia. En distintos momentos políticos, los prolongados enfrentamientos con los docentes han terminado definiendo el humor social. Vidal, en lugar de buscar una solución negociada, ha optado por una retórica de confrontación que lo deja en una posición de vulnerabilidad frente a una comunidad educativa acostumbrada a sostener sus reclamos hasta desgastar a sus interlocutores gubernamentales.


A este complejo panorama se suma la reciente decisión de YPF de retirarse del flanco norte de Santa Cruz, agregando otro factor de tensión en la provincia. Con una transición que finalizará el 28 de febrero, la empresa puso en marcha un programa de retiros voluntarios para unos 2.500 operarios, con el objetivo de reducir más del 50% de la dotación en esa región y transferir la operación a la Compañía General de Combustibles (CGC), vinculada al grupo Eurnekian.


Este retiro no solo significa la pérdida de miles de empleos directos, sino que también impacta en toda la cadena de valor de la industria hidrocarburífera. La oferta de indemnizaciones especiales del 120% hasta el 31 de enero y del 100% en febrero no alcanza para disipar la sensación de abandono y la incertidumbre de las familias que dependen de esta actividad.


Para Vidal, cuya trayectoria está ligada al sindicalismo petrolero, esta crisis lo coloca en una situación incómoda. Su respuesta ha sido criticar la decisión de YPF y exigir una reparación histórica, pero estas acciones pueden no ser suficientes para una población que esperaba una defensa más contundente de sus puestos de trabajo y una anticipación a los movimientos de la empresa estatal.


En su intento por mostrarse como un gobernador diferente, alejado de los vicios de la política tradicional de Santa Cruz, Vidal enfrenta hoy una serie de obstáculos que ponen en duda su capacidad de gestión. La falta de avances en la obra pública, la tensión con el sector docente y la crisis derivada del desmantelamiento de YPF lo han llevado a un punto crítico.


El desencanto ciudadano no ocurre de un día para otro. Se construye con cada promesa que no se cumple, con cada salario que no alcanza, con cada camino que sigue intransitable y con cada empleo que se pierde. Si Vidal no logra cambiar este escenario, su reelección (?) no será solo una batalla electoral, sino una lucha por recuperar la legitimidad en una provincia donde la paciencia social tiene un límite.

Por @_fernandocabrera

 
 

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