Lo que la Expo Deporte 2025 significa para un club de Río Gallegos
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 10 ago
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No sé si fue la adrenalina del momento o la mezcla de recuerdos y presente, pero todavía me tiembla el pulso cuando lo pienso. Este humilde redactor de "Santa Cruz nuestro lugar", que además de ponerle el pecho a cada nota y -con defectos y virtudes- juega al vóley como si fuera el último punto del tie-break, también es vocal de la comisión directiva del Club Social, Cultural y Deportivo Picantes del Sur, un entrañable grupo de gente que vive para esto: comunicar el vóley como una familia, más que como una institución. Ese es nuestro mayor propósito, nuestra brújula, lo que le da sentido a cada entrenamiento, a cada torneo, a cada mate que compartimos en la tribuna.

Cuando el municipio nos convocó para estar en la Expo con un stand mostrando todo lo que hacemos, ni lo dudamos. Ahí fuimos: los de la Comisión directiva (Maximiliano Ríos, Javier "El Capi" Martínez, Nico Marcomini, Liz Arnedo, Mily Argumosa, Astrid Schoenburg, Norma "Normis" Fernández, Carolina Vanega, Marcos Álvarez, Cristian Mamaní, José Castellanos, Lucas Rodríguez, Andrés González, Luis Gómez), los profes de nuestras escuelitas (Diego Montenegro, Sergio Deacon, Leandro Acevedo, Marcos Álvarez), la gente que siempre está. Sabíamos que íbamos a cruzarnos con otros clubes de Río Gallegos, de mil deportes distintos, pero había un condimento que nos quemaba por dentro: la presencia de uno de los máximos referentes de nuestro deporte, el mismísimo Marcos Milinkovic.
La última vez que lo había visto fue allá por el ‘95, en una gira de las selecciones de Argentina y Canadá en Catamarca. Yo tenía 15 años, recién empezaba a soñar con pasar del beach volley al indoor, y mi viejo, viendo que la cosa iba en serio, me llevó al polideportivo de Catamarca. En un momento del partido bajé las gradas hasta posición 4 para dimensionar de cerca la estatura de esos tipos… y vi, a la altura de mi jeta de adolescente flasheando, las zapas Avia blancas de Milinkovic flotando en un salto de la puta madre. Ahí supe que el vóley iba a ser mi vida. Llegué a jugar dos temporadas en primera con el Club Hindú BBC de Catamarca hasta que en el ‘98 se creó el puesto de líbero (lo que terminé siendo desde entonces) y después… bueno, la vida bohemia universitaria me ganó de mano y derrapé en los excesos.
Ya en la Expo, estábamos todos los Picantes sentados en el salón donde sería la charla. Delante de mí, nuestro presidente, Maximiliano “Max” Ríos, giró la cabeza hacia la puerta y soltó: “¡Ahí está!”. Nos dimos vuelta y, entre la gente que lo saludaba, entraba un vikingo de 2,02 metros, sonriendo amablemente y charlando con la secretaria de Deportes, Silvina Juárez. Max tenía lista una camiseta de nuestro club, con el número 1 que Milinkovic usaba de opuesto en la Selección, y nos susurró: “¿Y si aprovecho ahora para entregársela?”. Yo le tiré un “mandate que yo te sigo para sacarte la foto”.
Nos abrimos paso entre la gente y, apenas lo vi a Max hablar con él, me empezó a temblar todo. El pulso hecho trizas, pero gatillé con el celu hasta que salió algo más o menos decente. Objetivo cumplido: nuestro ídolo tenía nuestra camiseta en sus manos y la miraba diciendo “¡Es hermosa!”. Se abrazó con el presi Max y volvimos a nuestros asientos como dos pibitos con los bolsillos llenos de golosinas.
Después de la charla, me mandé a la fila para que me firme mi vieja bocha Striker, esa con la que me saco el estrés haciendo voleos cuando se me traba la cabeza en el escritorio. Cuando llegó mi turno, le di la mano, le pasé la bocha con el indeleble y le conté que lo había visto en Catamarca en el ‘95. Él sonrió y retrucó: “Cuando los líberos no existían aún”. Esa Striker ya no podrá ser usada por nadie; quedará para siempre como una reliquia en mis anaqueles, a la par de mi ejemplar de El Túnel de Ernesto Sábato, también firmado por el propio autor.Salí de ahí flotando, pensando en lo que había pasado.
Pero como fuere, esta primera Expo nos vino a recordar a todos los clubes la importancia de lo que hacemos: comunicar el deporte, abrirlo, contagiarlo. Y a nosotros, los Picantes, nos tocó muy de cerca cuando Milinkovic respondió a la pregunta de qué lo inspiró siempre para jugar y dijo: “Mi familia”. Una frase que nos cayó como un pase perfecto, porque es exactamente lo que intentamos todos los días: llegar a la comunidad como una familia más, mucho más que como un club.
Por @_fernandocabrera




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