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¡Relocos, los nadadores del solsticio!

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 23 jun
  • 2 Min. de lectura

Mientras la mayoría pegaba el culo al calefactor, bien tapados con mantas y tomando algo calentito, un grupo de loquitos lindos eligió otra manera de entrar en calor: se metieron a nadar. Sí, leyeron bien. El pasado 21 de junio, en plena noche más larga del año, con el cielo apagado y el frío haciendo de las suyas, el Grupo de Natación Máster del Club Deportivo Hispano Americano se tiró de cabeza —literal— a las aguas de la Ría local para festejar el solsticio a su manera.

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Fotos: Prensa MRG | Carlos Yanicelli


La movida fue organizada por la Escuela de Kayak @iyenujono junto al área de Turismo de la ciudad, y reunió a estos nadadores que, en vez de quedarse roncando, se calzaron el neoprene y salieron con toda la actitud. Porque los Máster de Hispano no aflojan ni con viento en contra.


Las luces del centro se veían a lo lejos mientras los cuerpos se deslizaban sobre el agua turbia, con los kayaks acompañando y algún que otro aplauso colándose en el aire. Una escena bien nuestra con esa mística que tiene la Ría cuando la ciudad duerme. Porque seamos sinceros, estas pequeñas hazañas —que para otro serían una locura— son parte de la identidad santacruceña, una forma mágica de estar medio chapitas por el solsticio. Nos afecta, pero para bien. Nos dan ganas de hacer cosas que ni nosotros entendemos del todo, pero que después recordamos con una sonrisa y un “che, ¿te acordás?”.

“Somos familia, somos amigos”, dicen ellos, y no es verso. Se nota en cada charla previa, en los abrazos con olor a río, en los mates que se reparten con los dedos duros pero el corazón calentito. Lo que hacen no es solo nadar: es trazar lazos, reafirmar pertenencias, dejar claro que hay equipo dentro y fuera del agua.


Porque si hay algo que tienen estos eventos es que nos recuerdan que el deporte también se trata de eso: del aguante, del compañerismo, de plantarse ante el frío con una sonrisa, y de demostrar que la celeste de Hispano no es solo para la pileta: también brilla, y fuerte, cuando la noche es más larga y el espíritu, más grande.


Y quizás, justamente, son estas pequeñas hazañas dislocadas y fuera de la coyuntura periodística las que más nos conmueven a quienes hacemos "Santa Cruz nuestro lugar". Porque en medio del ruido diario, estos gestos mínimos —pero inmensos— nos devuelven algo fundamental: el sentido de comunidad, y la certeza de que el corazón santacruceño sigue latiendo fuerte, incluso bajo cero.

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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