Soda Stereo en Río Gallegos: una sola vez, y para SIEMPRE
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 12 jul
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Año 1987. Época de camisas con hombreras, flequillos rebeldes, vinilos gastados de tanto rebobinar con la birome, y pibes que respiraban rock nacional como si fuera oxígeno. En ese clima, una escena quedó tatuada en la memoria popular de Río Gallegos: Soda Stereo tocó en el Juan Bautista Rocha y la rompió toda.

Y no fue casualidad. Venían con la gira de Signos, su tercer disco. Un momento bisagra: ya no eran los pibitos promesa del under porteño, eran los que manejaban el termómetro del rock latino. Cerati venía afilado como navaja: lírico, elegante, con esa mezcla de distorsión y poesía que no se le conocía a nadie. Zeta Bosio y Charly Alberti formaban una base implacable, que no se movía ni con terremoto.
Un día antes de llegar al Rocha, Soda ya había hecho estallar el Estadio Fiscal de Punta Arenas. Fue un bardo hermoso: debían tocar el 29 de mayo, pero el camión con los equipos —que venía desde Gallegos— se quedó tirado a 150 kilómetros del destino. Resultado: función suspendida, quilombo, pibes furiosos, y una ciudad entera en vilo. Pero Soda no dejó a nadie a pata. Al otro día, 30 de mayo, metieron dos funciones seguidas ante más de ocho mil personas.
Hubo gritos, llantos, histeria, desmayos, corridas. Fue un quilombo emocionante. La Cruz Roja y un joven médico llamado Ramón Lobos tuvieron que atender a más de 25 personas que se descompensaron antes y durante el show. Y mientras tanto, afuera, cientos se quedaron sin entrar, pegados al portón, tratando de pescar algo del sonido.
Cerati, visiblemente conmovido, dijo al terminar: “Nunca pensamos en el gran calor humano del público de esta ciudad”. Lo dijo con humildad, con ese tono bajo y esa sonrisa tímida que muchos recuerdan. Los músicos estaban tan sorprendidos como felices, y se notaba.
Y al toque, como un sol que amanecía al revés, bajaron del oeste al este, cruzaron el Paso Integración Austral, e iluminaron con su sonido Río Gallegos. Hay una foto hermosa de ese momento: Cerati parado en la frontera (con del bondi "El Pingüino" de fondo), serio, con el look de época intacto, como quien sabe que está escribiendo historia sin saberlo del todo.
Lo que pasó en el Rocha fue una bomba. Una marea de pibas y pibes copó el gimnasio desde temprano. Algunos con entradas arrugadas en el bolsillo, otros jugados al destino, tratando de colarse como sea. Cuando arrancaron los primeros acordes, el techo casi se viene abajo.
El setlist fue un desfile de himnos: “Juego de seducción”, “Cuando pase el temblor”, “Estoy azulado”, “Signos”, “Persiana americana”. Tocaron lo mejor de sus tres discos: Soda Stereo, Nada Personal y el flamante Signos. La gente deliraba, coreaba todo, lloraba, se abrazaba. Cerati no necesitaba hablar mucho: le alcanzaba con una mirada, un riff, una frase bien puesta.
El camarín improvisado en Punta Arenas había sido una casa rodante prestada. En Gallegos, no se sabe si hubo algo más sofisticado, pero nadie se acuerda de eso. Lo que quedó fue la música, el momento, la energía.
Fue la única vez que Soda tocó en estas latitudes. Después, vino la leyenda. Pero ese domingo 31 de mayo del '87, Soda Stereo fue real, palpable, sudorosa. Tocaron acá, para nosotros.
Y si querés revivirlo, está en YouTube. Sí, alguien tuvo la lucidez de grabarlo. Suena con ese audio áspero y encantador que tienen las joyas de época. Cerrás los ojos, y estás ahí de nuevo: en el Rocha lleno, con los pibes agitando, la guitarra de Cerati cortando el aire, y la certeza de que algo grande estaba pasando.
Y vos, lector de "Santa Cruz nuestro lugar", ¿por dónde andabas en aquellos años? ¿Te colaste, conseguiste entrada, te lo contaron tus viejos o lo escuchaste desde afuera? Porque hay recitales que no son solo recitales. Son parte de una historia compartida. Y esa noche, cuando Soda cruzó la frontera como un amanecer al revés y encendió Río Gallegos, fue eso. Una postal inolvidable de este sur que todavía late.
Por @_fernandocabrera




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