Temu y Shein ponen en jaque a Mercado Libre y a las zonas francas de la patagonia
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 11 jul
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Hace un par de años, si querías comprarte una campera fachera sin vender un riñón, ibas a la zona franca. En Punta Arenas (y años después en Río Gallegos) era la movida: precios en dólares, cero impuestos, y algún que otro perfume trucho que pasaba piola. Pero ahora todo eso parece cosa del pasado. Porque llegaron Shein y Temu, las plataformas chinas que están sacudiendo el tablero como si fuese un truco de cartas.

¿Quiénes chucha son estas bestias orientales? Shein es una tienda online nacida en China, que la viene rompiendo en todo el mundo por vender ropa, accesorios, maquillaje y cosas de bazar a precios que parecen sacados de un cuento chino. Literalmente te podés comprar un jean, una remera y unas zapatillas por lo que acá te sale una hamburguesa con papas. Aunque muchos no lo saben, Shein arrancó en 2008 con el nombre SheInside, vendiendo ropa femenina. Después recortaron el nombre y quedó Shein, que suena moderno, fashion y vendible en cualquier idioma. No es que tenga un significado literal en chino, pero juega con la idea de “ella está adentro de la moda” (she in), bien marquetinero todo.
Temu, por su parte, es la nueva joyita de la corona del e-commerce chino. Viene del holding PDD Holdings, el mismo que creó Pinduoduo, una mega plataforma china basada en compras grupales. El nombre Temu es un acrónimo de su lema: Team Up, Price Down, o sea “Unite para bajar los precios”. Y lo aplican a rajatabla: venden desde electrónica hasta juguetes, herramientas, cosas para la cocina, ropa, lo que se te ocurra. Todo eso con descuentos ridículos, cupones mágicos, envíos gratis y promos locas por invitar amigos. Básicamente, una feria digital con esteroides.
El problema es que la demanda argentina por estos portales está explotando. Los pibes, las familias, las amas de casa, los jubilados, los influencers, todos están comprando ahí. ¿Y qué pasa cuando todos compran algo más barato afuera? Se te cae el kiosco de adentro. Eso le está pasando a Mercado Libre y a las zonas francas. El primero, que durante años se llenó los bolsillos vendiendo con sobreprecio productos importados, ahora se enfrenta a un gigante que llega directo desde China sin pasar por intermediarios. Y las zonas francas, que eran el paraíso de los descuentos, se están quedando sin clientela porque simplemente ya no son las más baratas.
En Temu y Shein, por 10 lucas te armás una bolsa llena de huevadas que acá, en cualquier local de la avenida Kirchner, no te alcanza ni para un jean marca “Pomberito”. La gente no es boluda, y con la inflación respirándoles en la nuca, eligen el precio antes que la patria. Y ojo, que esto no es solo un tema de economía doméstica. Los comerciantes locales, los emprendedores, los importadores que pagaban en Aduana lo que no está escrito, están mirando cómo los paquetes naranjas y los sobres plateados llegan en masa, sin que nadie los pueda parar.
Los envíos tardan un poco, sí. Pero llegan. Y llegan tan baratos que a veces parece que te pagan por recibirlos. ¿Cómo compite alguien local con eso? ¿Cómo compite una tienda de zona franca que tiene que pagar empleados, alquiler, luz, mientras desde el otro lado del mundo te mandan todo por dos mangos y con moño?
Lo cierto es que esto no es solo una tendencia de consumo, es un cambio de paradigma. Las nuevas generaciones están más cómodas comprando con el dedo en la pantalla que entrando a un local. Ya no necesitan ni probarse la ropa: si no les gusta, la revenden por Instagram o se la regalan a la prima. Lo que viene, viene en sobre, viene desde China, y viene a romper el esquema comercial de la región.
En resumen: mientras Mercado Libre en manotazo de ahogado baja comisiones y los locales de zona franca miran con nostalgia las épocas de vacas gordas, Shein y Temu se relamen con la desesperación del consumidor patagónico. Porque cuando el bolsillo aprieta, la lealtad al comercio local se va por el inodoro. Y mientras el Sur todavía debate si la zona franca es un beneficio o un verso, el dragón chino ya le vendió a tu vecina el secador de pelo, el buzo oversize y los broches para la cortina de baño.
Así está el mapa. Y hay que aceptarlo: hoy la revolución no se hace con pancartas. Se hace con clics.
Por @_fernandocabrera




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