“Un viaje poético en el bondi: la lírica urbana de Facundo Venencio”
- Santa Cruz Nuestro Lugar

- 3 jun
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De lo que voy a hablar, a continuación, es de "Veinte poemas para ser leídos en el bondi", el poemario del escritor riogalleguense Facundo Venencio, publicado en 2023 en la ciudad de Córdoba, lugar en donde hoy reside, entregado al estudio y al fundamental hedonismo.

Y, para diferenciarlo de otros libros de la tradición literaria anterior, comenzaré adelantando que no se parece en nada al famoso "20 poemas de amor y una canción desesperada" que escribió Neruda cuando era un pibe de 19 años y que habla de sus amores y desamores con las minitas. Tampoco se parece al excelentemente logrado "Poemas para ser leídos en el tranvía" de Girondo, que se publicó en 1922 y que está inspirado en sus viajes por el mundo, con un estilo desquiciado que rompe con las reglas del lenguaje para mostrar su distorsionada percepción de la existencia.
"Veinte poemas para leer en el bondi", el libro del escritor riogalleguense Facundo Venencio, es una colección de poemas que reflejan la vida cotidiana, los sentimientos y las experiencias del autor en la ciudad mediterránea de Argentina. Los poemas tienen un estilo libre, sin rima ni métrica fija, y utilizan un lenguaje coloquial, con algunas expresiones propias del lunfardo. El autor explora temas como el amor, la soledad, la nostalgia, el deseo, la esperanza, la angustia, el tiempo y la memoria.
El título del libro hace referencia al colectivo, el ómnibus o el autobús que presta el servicio de transporte público en Argentina. Sin embargo, el bondi en la obra de Venencio es la cápsula intergaláctica que el autor emplea para recorrer diferentes lugares y momentos de su vida, desde su infancia aquí en Río Gallegos hasta su residencia en Córdoba. Es también el vórtice en donde el autor se encuentra consigo mismo y con los otros, donde puede observar, pensar, sentir y escribir. El bondi es, en definitiva, una metáfora del viaje introspectivo que el autor propone al lector, que puede acompañarlo en el corto lapso de una punta a otra de la ciudad entendida ya como su universo.
Y en este punto es preciso preguntarnos: ¿qué representa el viaje en el canon mundial de la literatura? Para ver, de esa forma, que este tópico del que ninguna obra artística sale librada representa la búsqueda del ser humano por conocerse a sí mismo, explorar el mundo y trascender sus límites. El viaje puede ser físico, interior, mítico, social o moral, y cada uno de ellos implica un desafío, una aventura y un aprendizaje tanto para el autor como para el lector.
El viaje también puede ser una forma de expresar la crítica, la imaginación, la creatividad y la diversidad cultural de los autores y las épocas literarias que indefectiblemente confluyen en Facundo Venencio. Y hablo de "La Odisea" de Homero, "El libro de las maravillas del mundo" de Marco Polo, y "Viaje al centro de la tierra" de Julio Verne. O el "Ulysses" de Joyce que postula un viaje urbano, a pie, alrededor del día, en clave de parodia de la antigua epopeya homérica antes dicha en la que Stephen Dedalus está, como Telémaco, en busca de un padre sustituto, y Bloom, al igual que Odiseo (Ulises), se encuentra en un viaje con muchas aventuras antes de regresar finalmente con Penélope/Molly.
Ahora bien, para emprender este viaje y que el lector lo siga, nuestro joven autor de "20 poemas para ser leídos en el bondi" apela a un ritmo desenfadado en su lírica tan afín con el ruido urbano. Motivo por el cual perpetra mayormente versos de pies trocaicos (– u) con una sílaba acentuada y una no acentuada.
(Los versos trocaicos, con acento en la primera sílaba de cada pie, transmiten un ritmo enérgico y directo, muy utilizado para marcar el pulso de la acción o la fuerza del movimiento.)
Por ejemplo, en donde dice "las luces de la ciudad", se vislumbra el movimiento y el ruido urbano en tres pies trocaicos (LAS LU-ces DE la CIU-dad).
Este tipo de pies le dan al verso un ritmo rápido y dinámico (como el del Jazz) que por momentos acompaña y por momentos contrasta con la lentitud y la monotonía citadina.
En este sentido, las cláusulas venencianas tampoco descartan algunos pies yámbicos (u –), anapestos (u u –) o dáctilicos (– u u), según el acento de las palabras, creando un ritmo más lento y pausado.
(Los versos yámbicos comienzan con una sílaba átona y terminan con una tónica, generando un ritmo ascendente y reflexivo, muy usado en la poesía clásica y dramática.
Los anapestos, con dos sílabas átonas seguidas de una tónica, aportan fluidez y ligereza al ritmo.
Los dactílicos, por su parte, con una sílaba tónica seguida de dos átonas, imprimen un ritmo descendente, casi melódico, que puede sugerir nostalgia o lirismo.)
Ejemplos no faltan con los pies yámbicos en cláusulas como “las mil y una” (verso 1 del poema 14); “el prime time” (verso 4 del poema 14); “el que esté” (verso 1 del poema 16)
Tampoco están ausentes las partículas anapestas en: “como Onur y Sherezade” (verso 2 del poema 14); “porque de farmacia” (verso 4 del poema 16); “todo es a pulmón” (verso 2 del poema 17)
Ni tampoco es esquiva la presencia dactílica en vocablos tales como: “Patagonia” (verso 2 del poema 17); “Instagrám” (verso 1 del poema 18); y “Spótify” (verso 3 del poema 18)
Estos recursos elaborados a consciencia, le permiten, como ya señalamos, el ritmo y, también el contraste entre la naturaleza y la ciudad, evocando en algunos poemas los paisajes que ha conocido o visitado, como el río, el mar, las sierras, el sur, el cielo y las estrellas. Espacios que le generan sensaciones de paz, libertad, belleza y conexión con lo sagrado. En cambio, la ciudad le produce ruido, contaminación, ansiedad y alienación, a tal punto que el "yo lírico" siente que en la ciudad no puede pedir deseos ni ver el eclipse de luna, y que su casa es una jaula.
La memoria y el olvido son otros temas recurrentes en su poesía. Venencio recuerda con nostalgia a personas que han marcado su vida, como Adri, un amigo fallecido al que le dedica un poema; o una mujer a la que sigue soñando y no puede olvidar. De modo que nos deja entrever su memoria selectiva para recobrar los momentos felices y salvarse de sí mismo. También reflexiona sobre cómo el tiempo es uno solo y cómo el pasado, el presente y el futuro se conjugan en su vida.
La escritura como vicio y como salida es otro motivo que atraviesa su poesía, en tanto la pluma de este joven se desliza hacia el plano intimista de la confesión para revelarnos que escribe como adicción, como dependencia y como única salida. La escritura es para él una forma de expresar lo que siente, de buscar sentido a su existencia, de sacar provecho de la repetición de palabras y de proponerse ser una mejor persona. La escritura es también una forma de resistir al contexto de mierda que le tocó vivir, entre incendios y pandemia.
¿Por qué leer a Venencio? Bueno, porque en este libro muestra la sensibilidad, la creatividad y la originalidad de un joven poeta que se atreve a explorar su mundo interior y exterior con una mirada crítica y lúdica. Además, es una obra que invita al lector a viajar con el autor por diferentes emociones y reflexiones, utilizando un lenguaje cercano y variado, que combina diferentes ritmos y recursos poéticos, sin descontar que se trata de una obra lírica que representa la voz de una generación que busca expresarse y encontrar su lugar en un contexto difícil y cambiante.
Por @_fernandocabrera




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