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Votar Ficha Limpia, sin limpiar la ficha

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 5 may
  • 1 Min. de lectura

Por más que el oficialismo santacruceño intente mostrarse como adalid de la transparencia, la posible aprobación de la Ley de Ficha Limpia expone más una puesta en escena que un verdadero compromiso con la ética pública.

Lejos de representar un cambio de paradigma, el tratamiento del proyecto parece responder a una necesidad de maquillar la imagen institucional, mientras se preservan los mismos mecanismos de impunidad que históricamente han beneficiado a los poderosos.


La iniciativa —que busca impedir que personas con condenas por delitos de corrupción accedan a cargos públicos— debería ser un punto de consenso transversal. Sin embargo, cuando es impulsada por quienes sostienen un entramado político que permitió el ascenso y la protección de funcionarios cuestionados, el gesto pierde peso y se vuelve sospechoso.


Resulta llamativo que aquellos que han tolerado, encubierto o justificado múltiples irregularidades en la gestión pública pretendan ahora erigirse en guardianes de la moral política. Hablar de Ficha Limpia sin revisar las responsabilidades pasadas y presentes es como levantar un cartel de honestidad sobre cimientos corroídos. Es un gesto vacío si no se acompaña de una voluntad real de depurar prácticas y romper con los pactos de silencio.


Santa Cruz necesita transparencia, sí. Pero necesita, sobre todo, coherencia. Mientras la clase dirigente siga actuando según sus necesidades coyunturales y no por convicciones genuinas, cualquier avance legal será apenas cosmético. Votar Ficha Limpia sin limpiar la ficha, en definitiva, es otro capítulo del teatro institucional al que ya estamos tristemente acostumbrados.

Por @_fernandocabrera

 
 
 

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