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Foto del escritorFernando Cabrera

La precarización en los diarios Tiempo Sur y La Opinión Austral amenaza el periodismo santacruceño

En la víspera del Día del Periodista, la situación laboral en los medios Tiempo Sur y La Opinión Austral de Río Gallegos se torna crítica. Estos diarios, que deberían ser bastiones de la verdad y la justicia social, se encuentran en el ojo del huracán por sus prácticas de precarización laboral. La paradoja es palpable: mientras se preparan para homenajear a los periodistas, son ellos mismos quienes contribuyen a la vulnerabilidad de la profesión. Es imperativo que la comunidad y las autoridades tomen cartas en el asunto para preservar la integridad del periodismo en Santa Cruz.

Con la proximidad del homenaje a la prensa, Río Gallegos se ve envuelto en una paradoja. Estos dos emblemáticos medios atraviesan un periodo de cesantías y vulnerabilidad en el empleo, eco de las medidas económicas promovidas por personalidades como el presidente de la nación, Javier Milei, y el gobernador de la provincia, Claudio Vidal. Este escenario, que se despliega en los corredores de la comunicación local, es un espejo de una tendencia alarmante en el sector, donde la seguridad laboral se ha convertido en un artículo de lujo y la incertidumbre, en la cotidianidad.




 

La metamorfosis de los conglomerados informativos, motivada por la urgencia de adaptarse a una era digital en perpetua evolución, ha conducido a la flexibilización de las condiciones de trabajo. Dicha transformación, aunque imprescindible, no debe ser pretexto para menoscabar las garantías de los empleados. La inestabilidad no se limita a la disminución de ingresos o la supresión de prestaciones; constituye un menoscabo a la estima y la certeza de aquellos cuya existencia se consagra a la ilustración de la sociedad.

 

Las directrices de Milei y Vidal, enfocadas en la desregulación y la reducción fiscal, parecen hacer eco de esta realidad. La visita de Milei a la provincia y su memorable encuentro con Vidal han sido instantes decisivos para debatir el porvenir santacruceño, incluyendo la revitalización de YCRT y la legislación pesquera. No obstante, rubros esenciales como la educación y la cultura, pilares de cualquier colectividad, también parecen haber quedado relegados.




 

En este marco, el Día del Periodista se transforma en un recordatorio de los retos que afronta el gremio y la información. Es una jornada para meditar sobre el rol crucial de la prensa independiente y los comunicadores como baluartes de la democracia. Pero también es una ocasión para empatizar con quienes han sido desvinculados y batallan por el sustento de sus hogares.

 

La empatía con los colaboradores cesanteados de Tiempo Sur y La Opinión Austral es imperativa. Es momento de que las instancias gubernamentales actúen en defensa del trabajo y el sustento de estos núcleos familiares. El periodismo no es meramente una ocupación; es un servicio público indispensable que merece resguardo y aprecio.




 

En medio de esta lamentable batahola hay un tópico que siempre se deja ver: la conducta de las autoridades en la distribución y retiro de pautas publicitarias como mecanismo de coacción o gratificación hacia los medios, lo que ciertamente compromete la libertad de prensa y la integridad periodística. Los mandatos actuales, al ejercer tal influencia, no solo menoscaban la independencia editorial, sino que también amenazan la estabilidad laboral de los comunicadores, cuyo bienestar depende de estos fondos.

 

La supresión repentina de apoyos económicos a entidades como Tiempo Sur y La Opinión Austral, seguida de un aparente desinterés por el destino de sus empleados, revela una carencia de compromiso con la ética y la responsabilidad social. Tales acciones no solo dañan a los profesionales de la información, sino también a sus seres queridos, quienes sufren directamente las consecuencias de la inseguridad financiera que esto conlleva. La función pública, de acuerdo con la normativa ética vigente, debe perseguir el bienestar colectivo y proteger los intereses estatales orientados al progreso común.

 

Resulta crucial que los dirigentes reconozcan y cumplan con su papel en la salvaguarda de los derechos laborales y la dignidad de los trabajadores de medios. La asignación de pautas debe ser equitativa y transparente, no una herramienta para obtener favores editoriales o imponer silencio. La ética en la gestión pública exige rectitud, integridad y la promoción del bienestar general, principios que deben reflejarse en todas las acciones estatales, incluido el trato hacia la prensa y sus colaboradores.

 

Al acercarse el Día del Periodista, invitemos a la introspección y la movilización. Que esta fecha no sea meramente una conmemoración superficial, sino un catalizador para reafirmar nuestro compromiso con la equidad laboral y la probidad informativa.

Por @_fernandocabrera


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