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Las diez clases de personas que debemos evitar en nuestras vidas

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 22 may 2024
  • 2 Min. de lectura

La filosofía estoica, originada por Zenón en la Grecia clásica (siglo III a.C), promueve la búsqueda de la felicidad mediante el dominio propio, la resiliencia y la desconexión de factores externos. Esta corriente nos aconseja mantenernos alejados de diez tipos de individuos que podrían obstaculizar nuestro progreso hacia la serenidad y el conocimiento.

Estos son los diez perfiles que se recomienda evitar:

1. Los precipitados: Sujetos que toman decisiones sin reflexionar, arrastrándonos a consecuencias no deseadas.

2. Los interesados: Aquellos cuyo beneficio personal prevalece, ignorando el impacto en su entorno.

3. Los envidiosos: Seres que no toleran el triunfo de otros, esparciendo su amargura.



4. Los coléricos: Individuos cuya ira perturba la calma colectiva.

5. Los aprovechadores: Quienes manipulan a otros para lograr sus metas, despreciando la voluntad ajena.

6. Los negativistas: Gente que se enfoca únicamente en aspectos desfavorables, obstruyendo el reconocimiento de lo bueno.

7. Los detractores: Personas que critican sin aportar soluciones, con el fin de menospreciar.

8. Los invasivos: Aquellos que no tienen en cuenta los espacios personales ni emocionales de otras personas.

9. Los inmutables: Seres que se oponen a la evolución y a la adaptabilidad.

10. Los conflictivos: Individuos que fomentan disputas sin necesidad, alterando la paz.




 

El estoicismo nos recuerda que cada encuentro es una chance para ejercitar la virtud, enfrentando a los más difíciles con paciencia y comprensión, convirtiendo retos en enseñanzas.

 

La reflexión sobre estos perfiles destaca un problema central: su falta de fiabilidad. La inconsistencia entre sus actos y palabras socava la confianza, esencial en cualquier vínculo. En el estoicismo, donde prevalecen la honestidad y la integridad, la palabra es un pacto sagrado. Quienes no la honran, dañan la confianza y la cohesión social.

 

Ser selectivos con nuestras asociaciones no es elitismo, sino una estrategia para un entorno que nutra el desarrollo personal y colectivo. Rodearse de seres íntegros y virtuosos beneficia a todos, fortaleciendo la sociedad. La confianza refleja la virtud y es la base de relaciones genuinas y profundas.

Por @_fernandocabrera



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